lunes, 27 de mayo de 2013

La Capellanìa: El impacto de un servicio voluntario


Al escuchar el término capellanía, es común limitarnos a pensar en un religioso con una camisa de cuello clerical, que seguramente encontraremos en un hospital, o tal vez en una institución carcelaria. Pero cuando conocemos el impacto social que tiene la labor de estos servidores, es preciso destacar el valor del trabajo de un capellán.

La historia de la capellanía se origina en la persona de San Martín de Tour, quien nació en el 316 d. c. en lo que es hoy día Hungría. El joven se enlistó en el ejército romano a los 16 años, donde se destacó como soldado y oficial. A los 21 años, él con la tropa que comandaba, fue enviado a la región de Francia. Una noche de mucho frío, se encontró con un mendigo que rogaba sin éxito a todos que le ayudaran. Martín no traía nada que darle a este hombre, excepto su capa. De buen corazón,  la partió su en dos, y dio la mitad al mendigo. Del recuerdo de la capa compartida viene la palabra "capellán".

Hoy día, el término capellán hace referencia a aquellos ministros que ejercen su labor en instituciones públicas y privadas, representando no a una iglesia en particular, sino al creador. Es importante destacar que un capellán no espera que la gente llegue a la iglesia con sus necesidades, sino sale a buscar a los necesitados en donde estén.

La presencia de los capellanes se hace notoria tradicionalmente en asilos, cárceles, hospitales, e instalaciones militares. No obstante, su alcance se extiende a las universidades, agencias públicas como el cuerpo de bomberos y policías, clubs cívicos, instituciones benéficas, y en los barrios bajos y la calle misma.

Las funciones del capellán son varias, dependiendo de las necesidades que las personas presentan y las instituciones en que trabaja. Pero siempre es un representante de Dios, un pastor y un consejero, que ejerce su trabajo sin discriminar a quién. Por ejemplo, los capellanes que visitan las cárceles, representan una parte importante en la rehabilitación del confinado o confinada. Es por esto que las instituciones carcelarias en Puerto Rico, cuentan con una oficina de capellanía, que atiende de cerca todo lo relacionado con las labores de éstos.

Es preciso señalar que en Puerto Rico, la presencia de capellanes va en aumento, esto gracias a instituciones como la Fraternidad Internacional de Capellanes Cristianos Sinaí. Inc. La misma está compuesta por capellanes graduados, que adiestran y capacitan a hombres y mujeres llamados al servicio, para que eventualmente puedan ejercer la capellanía, ya sea hospitalaria, carcelaria, empresarial, militar o donde sea que se necesite la presencia de uno de estos servidores.

Éstos, reciben adiestramiento en las áreas de las leyes de salud mental, la práctica de la consejería en Puerto Rico, la ley HIPAA, además de talleres intensivos sobre la depresión y el maltrato a menores, entre otros.

Desde que la entidad comenzó sus funciones, ha graduado a más de mil capellanes alrededor de la isla. En el área sur, unos 110 capellanes han recibido su certificado, tras asistir a las clases por espacio de cinco meses. Pero ahí no queda su capacitación, sino que éstos reciben educación continua todo el año.

Actualmente, la Fraternidad cuenta con nueve directores que supervisan a los colaboradores de los grupos capacitadores.

Si usted desea más información sobre la Fraternidad y las secciones de los cursos, puede comunicarse al (787) 382-5087 con el Capellán Jaime Rangel, quien dirige la entidad en el área sur de la isla.

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