domingo, 9 de abril de 2017

Giro de 180

Porque todo tiene un propósito...  
Por: Lizamy Martínez
Comunicadora Social
@MLizamy

Recientemente inicié una etapa nueva en mi vida. Fue un cambio de esos que llegan como un relámpago, pero realmente fue algo que pedí en mis oraciones, así que fue una petición concedida. Aunque de entrada, sabía que con este giro, vendría el proceso de adaptación, ya una vez estuve dentro del mismo, me ví a punto de enganchar los guantes. ¿Te ha pasado algo similar?

Cuando llegan los cambios drásticos a nuestra vida, muchas veces éstos pudieran ser como grandes gigantes frente a nosotros. Nuestra salud, tanto física como emocional, puede verse afectada ante un cambio en el ritmo de vida. También llegan los cuestionamientos y las dudas a invadir nuestros pensamientos y toda la incertidumbre pudiera provocarnos temor. Este gigante hay que procurar detectarlo de inmediato para vencerlo y caminar hacia nuestro propósito.

En el comienzo de esta nueva faceta en mi carrera profesional, el temor se apoderó de mí. La razón mayor, distanciarme de mi familia para cumplir con mis compromisos. Aunque siempre he contado con el apoyo de ellos, el yo poder adaptarme al cambio, me costó. Creo que ya perdí la cuenta de la cantidad de preguntas que me hice a mi misma y las que le hice a Dios. Una y otra vez llegaban los famosos “por qués”, hasta que cambié la pregunta y entonces dije: “para qué…”.

Cuando descubres tu propósito en la vida, sabes que aunque estés solo pasajeramente en un lugar, para algo en particular llegaste al mismo. De igual forma, sabes que detrás de la pérdida de gente que amas o de cosas que te gustaban, hay un plan divino que se ha trazado para ti desde hace mucho.

Muchas veces, pasamos por momentos dolorosos que llegan de repente, y para los cuales no nos preparamos de antemano. Más aun, pudiera ser que nadie, excepto Dios, entienda lo que hay dentro de ti. En un momento dado, como bien les conté en la pasada edición, tuve que tener mi propio minuto de silencio, porque dentro de mí vivía un dolor que me tenía paralizada y yo pensé que no lo podría superar. Yo anhelaba un cambio en muchos sentidos. Abrí mi corazón y lo desnudé en oración delante de Dios, porque estaba segura de que Ėl comprendía claramente mis sentimientos. Aunque mi historia nadie la comprendiera, tenía plena seguridad de que frente a Ėl podía expresarme sin temor a ser juzgada, señalada, o rechazada, porque así actúa un padre que ama a su hijo.

Ahora he entendido que los cambios que estoy atravesando, estaban en el paquete que contenía aquella angustia que tanto guardé en mi corazón. En medio de todo, sabía que no moriría por la tristeza y que algún día saldría de la encrucijada. Miro atrás, y veo solo remanentes de lo que pasó. ¿Qué si aun lloro? Bueno, lloro de vez en cuando, pero de agradecimiento profundo hacia Dios, porque me regaló un cambio, drástico, pero beneficioso, y por supuesto lleno de promesas y de un plan divino poderoso que estoy segura veré cumplirse en mi vida.

El cambio inesperado te puede doler, puede trastocar lo más profundo de tu corazón, te puede confundir e incluso puede ser tan comprometedor que hasta puede hacerte pensar que es hora de rendirte porque no podrás con el empuje. Lo importante es que te vayas a solas con el Señor, y con toda confianza le expreses lo que sientes, y pedirle que te muestre su plan, y solo así podrás entender cuál es el camino a seguir, y puedas cumplir con tu propósito en la vida. ¿Ha llegado un giro de 180 grados a tu vida? Pues si entendiste tu verdadero propósito, no olvides que todo obrará para bien. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario